Las aproximadamente 10,000
especies de aves existentes constituyen la clase de vertebrados tetrápodos más
ampliamente distribuida en el planeta, ocupando temporal o permanentemente
regiones tan distantes y diversas como los polos, las selvas tropicales, las
altas montañas, los desiertos y los humedales de todo el mundo.
Debido a que también son los
únicos vertebrados capaces de volar largas distancias –aunque no todas las aves
vuelan o lo hacen tan prolongadamente-, sus hábitats y nichos suelen cambiar
tanto en el transcurso diario como en ciclos anuales.
Por ejemplo, no es nada raro que
especies básicamente costeras como pelícanos, flamencos y gaviotas se adentren
en paisajes interiores donde también podrían comer y en algunos casos anidar.
Estas mismas especies, durante
los meses de invierno, emprenden vuelo hacia regiones más cálidas, cuyos
entornos naturales y antrópicos también les pertenecen. Por otra parte, una
gran variedad de nichos dentro de cada hábitat suelen ser frecuentados por las
aves, desde la copa de los árboles hasta considerables profundidades marinas
Algunas especies, especialmente
las endémicas, están especializadas en determinados hábitats que jamás
abandonan. Los pingüinos antárticos, esas extrañas y simpáticas aves de alas
atrofiadas, solo viven en dicho continente. Las pequeñas especies frugívoras de
muchas islas tropicales son propiedad son propiedad exclusiva de estas.
Las aves, dadas estas
características cosmopolitas, sufren directamente los impactos que sobre el
medioambiente genera la actividad económica y social indiscriminada. Su
sobrevivencia dependerá de que sus hábitats sean respetados, recuperados y
fomentados por quien los ha ido destruyendo paulatinamente: el hombre.
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